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José Pérez, el hombre de las mil plantas

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Puerto La Flora

Puerto La Flora

Puerto La Flora

Este río, que da su nombre a la Reserva Faunística, se encuentra en el Cantón Cuyabeno, a 17 Km. De la Parroquia Aguas Negras. La extensión del río es de 12.5m. De ancho y 3.5 m. de profundidad. Cuenta con un clima variado y una temperatura de 20 hasta 35 grados centígrados.

Para llegar al río Cuyabeno, desde la ciudad de Lago Agrio se toma la vía Lago Agrio – Tarapoa – Tipishca. Cuya vía, es también conocida como la trocal amazónica o E45.

Con respecto al río, es un gran atractivo ya que en él se puede navegar y observar gran cantidad de pantanos, lagunas y zonas de inundación temporal. De igual forma, se puede contemplar la vegetación abundante del lugar como de igual forma la fauna.

Así, por ejemplo, se observan especies tales como: loros, guantas, caimanes y tortugas. Y en el caso de la flora especies como: ceibo, cedro, guarumo, caripona, moral, guacamayo caspi, laurel, cana brava, platanillo, guabas, pambil, higuerón, hunguragua, morete, sangre de gallina, balsa y guayacán.

Así mismo, posee un atractivo turístico conocido como La Bocana del Río Cuyabeno, que es la desembocadura del río en el Aguarico que está a pocos metros de la comunidad, Kichua de Playas, en la que se puede apreciar a los delfines de agua dulce grises y rosados, únicos en su especie.

Dificultad: Senderismo

Act. Permitidas: Paisajismo, fotografía, interpretación ambiental, observación flora y fauna, paseo en canoa a remo.

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Cultura amazónica en cuatro hologramas

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Cultura amazónica es detallada con cuatro hologramas

Las imágenes con óptica tridimensional son el punto moderno dentro de este museo en la provincia de Pastaza. Se proyectan en los lenguajes nativos, también en español. Los hologramas que detallan la cultura amazónica e invitan a conocer más sobre nuestros ancestros, se constituyen en el principal atractivo del Museo Etno Arqueológico Municipal de Pastaza. Ubicado en el centro de la ciudad de Puyo, este lugar es el punto de partida para un recorrido turístico por la cultura de la Amazonía ecuatoriana. Aquí las imágenes en óptica tridimensional se proyectan en los lenguajes nativos de las nacionalidades amazónicas y en español. Al subir las primeras escaleras del museo, los visitantes se impresionan con una gran vasija de barro que se observa dentro de su respectiva urna de cristal. El guía, a la par, explica cómo nace el estribillo de la tradicional canción: “yo quiero que a mí me entierren como a mis antepasados…”.

Las creencias de las nacionalidades indígenas llevaban a enterrar a sus muertos en esas enormes vasijas. Más adelante también se observan otros recipientes más pequeños en los que depositaban sus cenizas y luego eran mantenidos cerca de sus difuntos. El recorrido por las instalaciones llega hasta el área destinada a los instrumentos de caza, pesca, cosecha y guerra. Allí, los diferentes pabellones muestran cómo con grandes piedras nuestros antepasados molían sus alimentos; también con piedras afiladas creaban cuchillas para la caza de animales. Para saber cómo se vestían en la época, además de conocer los otros implementos que usaban en las casas para la subsistencia, en la siguiente área se exhiben los taparrabos y penachos. Pero la vestimenta, incluso en estos tiempos, marca una diferencia con el líder de la comunidad. El que era considerado cacique, vestía de una manera llamativa para diferenciarse. Marielena López, de 15 años, visitó junto con su hermana Ana, de 23, el museo. Ella detalló que las explicaciones de los guías son muy ilustrativas e importantes para los que cursan la secundaria. La mayor de las López agregó, por su parte, que es una aficionada a la antropología y la arqueología. Las imágenes tridimensionales Los hologramas son el punto moderno dentro de este lugar lleno de enseñanzas y figuras ancestrales.

La pantalla desde donde se pueden observar estas representaciones está montada dentro de una especie de altar, en el que se observan las vasijas e implementos que se usaban para ceremonias. A un costado los visitantes tienen cuatro botones con sus respectivas opciones o temáticas. Así, al ser elegidos y presionados, recrean como por arte de magia a un joven amazónico con su rostro pintado y su vestimenta tradicional y les cuenta la leyenda. Entre ellas consta la de los hermanos mono. No obstante, si se presiona otro botón aparecerá una mujer representativa de una comunidad indígena que canta en su lengua nativa. La imagen de la fémina toca instrumentos que acompañan a su diálogo, para explicar qué significa cada una de las prendas y accesorios que lleva puestos.

El recorrido termina en una casa en donde se observan las camas, hamacas, utensilios de cocina y decoración del hogar que conservan comunidades de la selva amazónica, retratando una tradición con la que viven aún los indígenas.

La historia del museo

El museo se abrió al público en 1998 y desde entonces su personal conserva una gran colección de objetos y artículos arqueológicos hallados y recolectados a través de toda la provincia de Pastaza. Esta es la razón por la que existen réplicas de los diferentes tipos de chozas o viviendas típicas fabricadas en su propio estilo y funcionalidad en cada nacionalidad principal de la provincia. Las nacionalidades son: waorani, zápara, shuar, achuar y kichwa. Estas se identifican por la variedad de artículos y utensilios en madera, piedra y arcilla que recogen. Además, se les agrega una colección variada de insectos de la localidad. Los recorridos dinámicos en el museo se observan de forma gratuita de martes a domingo, desde las 10:00 hasta las 16:00, y se permite el uso de cámaras. (I) (EL COMERCIO)