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Fincas de Pastaza dejan cultivos por el turismo

Caminatas nocturnas en bosques primarios, tomas fotográficas y observación de reptiles y aves; identificación de plantas nativas y otras actividades turísticas se promocionan en fincas privadas de Pastaza. Esas propiedades, que solo se dedicaban a la crianza de ganado vacuno o a la siembra de cultivos, se convirtieron en espacios para hacer turismo. Esta actividad empezó hace nueve años, con la primera finca. Datos de la Dirección de Turismo del Municipio de Pastaza indican que ocho fincas se adaptaron para este propósito. El Cabildo se encarga de la promoción en las ferias y también ofrece asesoramiento, junto con el Ministerio del Ambiente, para que reciban una certificación de zona protegida. Patricio Vallejo es socio de la Finca Heimatlos Eco Lodge & Farm, ubicada en el kilómetro 1,5 de la vía Puyo-Canelos. Esta propiedad se dedicaba a la producción ganadera, pero desde el 2017 decidieron no seguir con esta actividad. Desde entonces se ha recuperado una parte de la vegetación nativa y la finca abrió la atención al público en diciembre pasado. Los socios invirtieron USD 500 000 para recuperar las tierras y readecuar la casona con madera, caña guadúa y otros materiales. Los senderos fueron delimitados con orquídeas y plantas ornamentales.

Fincas de Pastaza dejan cultivos por el turismo

Se adquirió el menaje para el restaurante y el equipamiento para las nueve habitaciones. En algunos cuartos se instalaron jacuzzis e hidromasajes; además, en las terrazas se colocaron hamacas para una mejor vista del bosque y de las cadenas montañosas del Parque Nacional Sangay.

Heimatlos cuenta con dos cascadas y el río Warmi, a los que se llega por tres senderos. Los visitantes pueden ingresar al chorro de agua o practicar el kayak. Hay caminatas de tres a seis horas, y se puede avistar a las aves y la flora. “Pastaza está incursionando en este tipo de negocios que ya es explotado en Napo. La ventaja es que nosotros no tenemos petroleras y nuestra selva se conserva”. Tamandúa Ecolodge es otra finca turística. A esa zona se llega, luego de 30 minutos de recorrido, por un sinuoso sendero y sobre troncos, que están sobre un terreno lodoso.

Al final del camino se divisa el volcán Antisana y una parte del Parque Nacional Llanganates.

Jorge Flores, gerente ejecutivo de Tamandúa, dice que en el 2013 se adquirieron 15 hectáreas de tierras a los indígenas kichwas de Shamasunchi, en el kilómetro 20 de la vía Puyo-Tena, a 40 minutos de Puyo. Una parte de los terrenos era utilizada para el cultivo de la papa china y otra para el pasto del ganado. En un principio se dedicaron a la investigación y para la reinserción de los animales silvestres, que son rescatados en el refugio Yanacocha. Con el tiempo se compraron más tierras y en este momento cuentan con 145 hectáreas de conservación.

En la zona alta se construyeron tres cabañas para los investigadores, un mirador y un restaurante. Al lugar llegaron pocos científicos, por lo que en julio del 2018 decidieron abrir al público. Su oferta incluye un recorrido nocturno con guías indígenas por la selva.

En la caminata de dos horas se tiene la posibilidad de encontrar guatusas, monos, serpientes y ranas. Además, se aprende a identificar el sonido de las aves o mamíferos de la zona. Otra de las opciones es la noche cultural, en la cual se presentan danza, chamanismo y los ancianos de Shamasunchi cuentan historias de la zona. También se programan visitas a la cascada Pisulí, de 60 metros de alto, y a la zona de los colibríes. La visita finaliza con la degustación de la comida típica amazónica. “Es un lugar desconocido, pero lleno de energía. Hemos logrado que la comunidad se empodere de este proyecto, para que conserven el bosque y emprendan con el turismo”, comenta. En el kilómetro 16 de la vía Puyo-Macas está el carretero al sector de Pomona. Esta vía de dos carriles une a varias comunas kichwas y a la finca Cascadas Vida Natural. Su propietario, Luis Minagua, la utilizaba para la siembra de caña, pero desde enero de este año también se dedica al turismo. Con la ayuda de sus vecinos abrió senderos para siete de las 14 cascadas que tiene el lugar, un espacio para acampar y un mirador. Invirtió USD 4 000 en la readecuación de la cabaña y en un pequeño muelle para los botes. Tiene planificado ampliar el parqueadero y construir tres cabañas más para alojamiento. En el malecón Bohayaku Puyo está la hostería-finca El Pigual, en el ingreso al parque la Guadúa. Maura Coloma, dueña de los dos sitios, indica que los turistas pueden conocer más de 60 tipos de bambú.
Por: Fabián Maisanche Redactor (El Comercio)